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PASCUA

Al terminar el ciclo religioso de la Cuaresma y Semana Santa, tiempo de recogimiento, ayuno y abstinencia, comienza el «Ciclo Pascual», que también dura cuarenta días, pero es tiempo que todo es alegría y esperanza.

Este tono festivo coincide siempre con la estación de primavera.

Como por su propia naturaleza religiosa, la fiesta de Pascua resulta ser de tono festivo y familiar, durante el virreinato surgió la costumbre de regalar dulces y postres a parientes y amigos, así como el invitar a las Meriendas Chocolateras de Pascua en las que los protagonistas eran: el chocolate, los tamales, los bizcochos de huevo, las cajetas, las palanquetas, polvorones, animalitos de pepita, alegrías, jamoncillos, buñuelos, charamuscas, natillas, rompope, empanadas, chongos zamoranos, gaznates, borrachitos y miles de delicias más.

Es por eso que la auténtica costumbre ha derivado en regalar dulces y postres autóctonos, así como las meriendas con sus chocolates.

DÍA DE MUERTOS

Entre los mexicanos la muerte tiene un sentido singular: a veces aparece como una arraigada tradición que tiene sus raíces en la época prehispánica; en otras ocasiones, parece un escenario donde hay ofrendas con: dulces, pan, flores y alimentos condimentados y costumbristas.

La tradición es permanente, pero aparece con mayor vigor los días 1 y 2 de noviembre de cada año.

El cementerio convoca a reunión familiar y amistosa. Los deudos se arrodillan al rededor del quien físicamente ya no se encuentra con ellos y depositan las ofrendas; o en su caso, se instalan altares en las casas.

Es una conjugación de alegría y tristeza.

Las ofrendas pueden contener fruta, pan, conservas, tamales, mole, dulces, el tradicional pan de muerto; flores, veladoras, imágenes de santos y fotografías del o los difuntos, además de banquitos o sillas para que lleguen a comer los espíritus.

También se colocan sus pertenencias en vida: ropa, cigarros, botellas de licor, etc.

Después de la celebración, los familiares e invitados se reúnen tradicionalmente para comer lo que «los muertitos dejaron» en la ofrenda, teniendo así un nuevo motivo para celebrar.

En otros países la palabra muerte jamás se pronuncia.

El mexicano la adula, la festeja.

Tal vez sea el mismo miedo de los otros, pero nosotros la miramos cara a cara.

El Día de Muertos refleja claramente cuál es nuestra actitud ante el fenómeno: es la fiesta donde se canta, se come, se ríe, se baila con ella, con la muerte.

El arte de la fiesta se encuentra casi intacto entre nosotros.

Ahí mostramos todo el lujo que nos falta en nuestra vida diaria.

Gracias a ésto se espera atraer la abundancia.

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